Coches eléctricos con 1000 km de autonomía gracias a las baterías de iones de fluoruro

Aunque se ha quedado algo atrás en esta primera era moderna del coche eléctrico, el fabricante japonés Toyota cuenta con nuevas tecnologías de baterías que prometen situarle a la cabeza en pocos años. Su última propuesta ha sido desarrollada en colaboración con un grupo de científicos de la Universidad de Tokio, y consta de una nueva batería de estado sólido que podría suponer una revolución en el sector.

Se trata de una química sin litio denominada FIB (Fluoride-Ion Battery). Esta nueva tecnología se basaría en un ánodo de flúor, cobre y cobalto y en un cátodo principalmente de lantano. Una química sin precedentes que anuncia una densidad de energía 7 veces mayor que la de las actuales baterías de litio lo que dará como resultado más capacidad en el mismo volumen, algo que desde Toyota se ha indicado que será posible desarrollar coches eléctricos con 1.000 km de autonomía.

Su densidad energética teórica es muy superior a la de las baterías de iones de litio. El ánodo del prototipo está compuesto por flúor, cobre y cobalto, mientras que el cátodo está hecho principalmente de lantano.

Sobre el papel, el empleo de baterías de iones de fluoruro podría llevar a la creación de packs más pequeños y ligeros con una capacidad superior a los empleados en la actualidad, lo que permitirá no solo mejorar la autonomía de los coches eléctricos, sino también reducir su peso (normalmente mucho más elevado que el de un modelo de combustión) y ampliar el espacio útil del habitáculo.

Uno de los puntos más interesantes del proyecto es que los investigadores han optado por emplear un electrolito sólido en lugar de acuoso, una tecnología por la que Toyota está apostando con mucha fuerza (aunque la marca no comercializará sus primeras baterías de electrolito sólido hasta mediados de la década, ya cuenta con prototipos funcionales). Gracias al empleo de un electrolito sólido, las baterías pueden prescindir de complejos sistemas de refrigeración.

El mayor problema de las celdas de iones de fluoruro es que solo funcionan a altas temperaturas, lo que a su vez provoca que los electrodos se dilaten. Sin embargo, los investigadores de la Universidad de Kyoto y Toyota afirman que el uso de una aleación de cobalto, níquel y cobre permite esquivar este problema.

A pesar de todo, algunos expertos vaticinan que todavía queda mucho desarrollo por delante y que hasta la década de 2030 este tipo de baterías no llegará al mercado.

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