De las múltiples tecnologías en cuanto a baterías para coches eléctricos, la tecnología de estado sólido está entre las primeras. La lista de ventajas es considerable: menor riesgo de incendio, alta capacidad con muchos ciclos acumulados, alta densidades energéticas y velocidades de recarga… pero de momento no son industrializables a gran escala.
De acuerdo a un estudio los asiáticos están en una posición de clara ventaja y desarrollo de baterías de estado sólido. En cabeza está Toyota, con 1.331 patentes al respecto, y le sigue su socio de aventuras, Panasonic, con 445 patentes. Antes de firmar un acuerdo conjunto en 2020, Toyota había incrementado el número de patentes un 40% desde 2016.
El primer modelo que podría recibir esta tecnología es el Toyota Prius de la quinta generación, probablemente ya como modelo exclusivamente enchufable. Ya sucede eso con el modelo de cuarta generación, que es híbrido enchufable. Con baterías de estado sólido podría aumentar su autonomía eléctrica y que la contaminación del motor térmico fuese muy poco relevante incluso en largas distancias.
Sin embargo, nada de esto está confirmado, aunque es una apuesta muy razonable. Para los próximos años Toyota ha prometido una avalancha de coches eléctricos en segmentos como urbanos, SUV e incluso coupés deportivos. Actualmente la punta de lanza es el Toyota bZ4X, pendiente de resolución de un problema aparentemente estúpido: tornillos de rueda que se pueden soltar.
En el tercer puesto de innovación está la también japonesa Idemitsu Kosan, con 282 patentes. La surcoreana Samsung está en el cuarto puesto de innovación. Al margen de este estudio podemos nombrar a las compañías ProLogium, SK Innovation, Factorial Energy, QuantumScape… que también están apostando fuertemente por esta tecnología.